Enfrentar al enemigo

Hay una frase que dice: si no puedes contra el enemigo únetele.

La tarde de ayer, mientras la lluvia caía en la ventana, me acerque para contemplarla, siempre he creído que uno de los mayores placeres es ver la lluvia caer, estaba sola en casa, sin saber qué hacer, ya estaba cansada para leer, aburrida para ver una película y me dolía la cabeza por tratar de arreglar cosas que aún no suceden. A veces las tardes de lluvia son malas consejeras y se empeñan en remover viejos recuerdos ocultos  adrede entre los escombros de nuestra memoria.

Bueno pues, me tome unos minutos para disfrutar la lluvia y mientras la veía,  me dije ya es hora no puedes seguir así y tú lo sabes. Así que me senté en mi silla favorita, serré los ojos, respire y dije es hora, ya te permitiste sentir, pensar, soñar, recordar, enamorarte,  ahora ¿porque estas así? ¿Por qué te sientes así?, tan insatisfecha ¿qué te duele? ¿Por qué te permites estar así? ¿Qué juego perverso estás jugando o estas planeando ahora? cuando descubrí la respuesta, o mejor dicho cunado acepte la respuesta y la dije en voz alta le pedí que se santera frente a mí y le invite un café. Me levante prepara el café serví las dos tazas, puse la mía frente  a mí y la segunda frente a mi enemigo, la soledad.

Empecé a hablar yo, ella siempre ha sido callada, tímida, sigilosa, confortante, astuta y mañosa. Primero le di la bienvenida y después entablamos una larga conversación.

Bienvenida a casa, hace tiempo que no te sentía tan cerca y tan invadida de ti, que no se si sentir miedo o asco. Creí que me había desecho de ti hace tiempo, pero debo confesar que también llevo tiempo acariciándote con mis pensamientos. Te veía rondando y trataba de huir de ti, no quería aceptar que ya estabas aquí, bien pues hoy acepto que estas aquí, y que has invadido mi espacio, mi vida, mi espíritu, mi ser. Y la verdad mi humanidad dice que está bien que estés aquí, pero la poco cordura que aún existe en mí, dice que no eres bienvenida y me exige que te pida que te marches. Esa lucha entre las dualidades del bien y el mal me cansan, me estresan y ya no quiero luchar, cada que lucho me pierdo, me encarcelo y no me gusta. Permíteme exponerte las razones o si tú lo consideras las justificaciones del por qué no puedo ni debo buscar tu compañía, aun cuando seas la única que me la ofrezca y me repitas una y otra vez que no habrá alguien para mí, así como tú lo estás hoy. En el pasado me hiciste mucho daño, es cierto fuiste leal pero tu lealtad y el aferrarme  a ti me hicieron lastimarme. Con el tiempo entendí por qué apareciste en mi vida y por qué te deje entrar y sobre todo, entendí  el porque te acepte, pero ahora, ahora a estas alturas de mi vida pretendes volver ¿por qué? ¿Qué te propones? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres de mí?

Si no mal recuerdo de ti aprendí que te acercas con el propósito de hacerme sentir vulnerable, sensible, débil, frágil, hambrienta de compañía, cariño, aceptación, amor y generas pensamientos, emociones que no son reales, para que  busque la salida fácil. Es cierto que hoy eres tan real, que me haces sentir tan inestable,  tan aterrada, tan llena de dudas y no quiero que me obligues a buscar compañía sólo por llenar ese vacío o el hueco que me has ayudado a cavar a propósito. No quiero volverme co dependiente otra vez, sólo porque tú dices que lo necesito, no quiero olvidar quien soy en realidad, sólo porque tú lo grites o lo ordenes o lo mandes, no quiero buscar refugio en  personas equivocadas, no quiero rogar, suplicar con la mirada por una caricia, un beso, un abrazo, un te quiero, un confía, un  apoyo, una seguridad, no quiero aceptar migajas, no quiero auto engañarme en las falsas promesas y caricias forzadas  que surgen de las noches de intimidad frecuentadas por ti, porque tú eres el común denominador entre dos seres carentes de compañía, porque sé que el precio a pagar en muy caro. No quiero refugiarme en el alcohol, porque sé que ese no es el problema. Tú eres la enfermedad y las caricias, la compañía y el alcohol y la fantasía de la necesidad de ellos son sólo el síntoma.

Sé cómo operas dentro de mi mente, te conozco bien y es obsceno que aun así te invite a mi vida, he trabajado contigo por años, a veces te dejo ganar como ahora, a veces te he derrotado en cuestión de  minutos y hoy, hoy ¿tu dime como lo solucionamos? Lleguemos a un acuerdo, estoy interesada en hacer pactos contigo. Recordemos un poco, te parece, dime ¿de dónde vienes?, ¿de donde surges realmente? ¿De dónde  te he creado? Y ¿por qué has tomado tanta fuerza?. A si ya recuerdo, surges de mi ego herido, ese que dice que ya estuvo de estar sola, ese que dice que quiero compartir, platicar, ser escuchada, admirada, cuidada, amada etc. Y quizá si lo quiero, todas las mujeres buscamos eso, pero si no ha aparecido la persona correcta, quizá es porque ante los ojos de Dios no lo necesito. Y la fuerza la tomas porque sabes que me he alejado de mi padre y por eso ya no hay fuerza en mí, pero sabes que mi fe, mi confianza y mi amor por él sólo están dormidos, necesito despertarlos y entonces tú desaparecerás por completo.

Hoy te digo no te necesito, sal de mi vida, de mi casa, de mi vida, hoy he ganado yo, mañana tendré nuevamente una taza de café disponible para ti y volveremos a conversar, yo soy esa mujer que lucha día a día consigo misma y soy esa mujer que insiste en ser libre de ella misma, tú también me conoces, habrá batallas día a día y la guerra la ganare el día que muera. Cuando salgas cierras la puerta por favor, gracia por la charla de hoy.

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