Crónica de una mujer arrepentida

Creo en ti, pero ya no tengo fe como solía tenerla.

Heme aquí hablándote como hace tiempo no lo hacía. Heme aquí buscándote
como hace tiempo no lo hacía. Heme aquí aturdida por el ruido de mis
pensamientos y el eco de mis emociones, tratando de escucharte sin conseguir nada aún. Heme aquí con el corazón herido buscando nuevamente refugiarme en tu infinita misericordia; como cunado lo hacía de pequeña y como cuando lo hice nuevamente hace algunos años. Te busco, porque la vida se ha vuelto nuevamente insoportable. Quiero hacerte una petición importante quiero intercambiarte las cicatrices, las dolencias, los huecos, los agravios, los vacíos, los pensamientos, las emociones, mis debilidades, mis pecados, todo cuanto he hecho buscando evadirme a mí misma para seguir colgada de tu creencia. Ya no es suficiente, necesito una caricia, necesito volver a sentirte como antes, tu calor, tu presencia;
como cuando tenía la certeza de que estabas conmigo todo el tiempo, cuando
nuestra comunicación era buena y nuestras charlas eran simples y profundas. Esas charlas que solíamos tener por las noches cuando los miedos me envidian y tú solías decirme que lo estaba haciendo bien, que había un propósito. Establezcamos nuevos lazos, establezcamos nuevos vínculos.

Heme aquí como la esposa hablándole a su esposo, tratando de salvar
la relación, el matrimonio. Quiero volver a lo que teníamos antes. Quiero tener esa intimidad que había entre nosotros, quiero tener esa complicidad sobre nuestro amor, sé que soy yo la culpable, yo me aparte de ti. En cuanto supe que tenía un bebe en mi vientre supe que todo cambiaria entre los dos. Esa última noche que hablamos en el departamento enojada por que no estaba de acuerdo contigo, te pedí con mis manos tocando mi vientre y con lágrimas en los ojos que aun y con todo el coraje que sentía y todo el miedo, no me dejaras sola. Te pedí que a pesar de mi misma no se me olvidara quien eras tú y el lugar que ocupabas en mi vida. También te advertí sobre mis pensamientos, mis intenciones y lo que sentía. En el fondo sabes que estaba agradecida por el fruto que tenía incrustado en el vientre, lo habías vuelto fértil, aun cuando no fue como yo quería. Te prometí serte fiel y que nuestra relación no la tocaría nadie. Sé que lo recuerdas, y si me preguntas ¿Qué me paso?, te diría la vida me paso. La humanidad indolente y la sociedad cruel y mezquina, mediocre me derribo. Poco a poco me fui alejando de ti y al alejarme de ti perdí la fuerza que me mantenía de pie, olvidé mi propósito y me escondí. Los comentarios crueles y sus actitudes frías y comportamientos faltos de empatía me hicieron reconciliarme con la ira. Empecé a acariciar mis pensamientos y los cumplí, los hice reales. Luche créeme que luche contra no odiar a mi prójimo pues a final de cuentas ellos también son tus hijos y sé que merecen todo tu amor, compasión, y paciencia, pero en verdad te digo que es difícil amar a quien no comprende, a quien no ve más allá de sus
ojos y juzga, exige, se toma atribuciones que no le corresponde, busca sacar
siempre ventaja de la situación. Sé que no puedo ni debo juzgarlos. Porque yo
no soy tu. Pero desde ese punto me he vuelto más creyente en ti solo tú puedes amarnos aun cuando somos conscientes y aun así volvemos a caer en nuestros propios juegos una y otra vez. Somos necios, tercos, desobedientes.

 

Mi desobediencia me trajo hoy a ti, quiero que me tomes de vuelta como tú más fiel sierva, quiero estar contigo, y que obres en mí, que hagas tu voluntad en mí, sea cual sea, sin preguntar, sin reprochar. Quiero estar contigo hasta el final de mis días y no volver a darte la espalda. Perdóname por no saber aceptar tu voluntad y seguir atrapada en mis deseos personales, por estar envuelta en la fantasía de los caprichos de una mujer que aún no entiende lo majestuoso y sublime que es vivir sujeta a tu voluntad. Porque todo lo que tú dices se cumple y lo que haces en mi es para mi propio bien. Perdóname por no honrarte ni a dorarte como el ser humano insignificante y minúsculo que soy ante ti y por no reconocer al mismo tiempo la grandeza que hay en mi por ser tu hija, tu esposa. Quiero volver a ser digna de sentir tu fe, quiero ser digan ante tus ojos viviendo en total acuerdo con lo que tienes escrito y estipulado para mi vida. Hoy declaro que quiero volver a tu reino, quiero volver a casa y ser completamente tuya, mi señor, mi Dios.

Deja un comentario