La verdadera confianza.

La mayoría de las mujeres somos muy desconfiadas, tanto que desconfiamos hasta de nosotras mismas y en nuestras propias  capacidades.  En lo único que no dudamos casualmente es para hacer daño, si nos proponemos lastimar, conquistar, destruir, manipular, vengarnos, desquitarnos,  o salirnos con la nuestra. En eso jamás ponemos en duda nuestras capacidades. En fin confiar en nosotras mismas debería ser lo más importante pero como no confiamos en nosotras, tampoco podemos confiar en los demás. El problema no solo radica en nosotras, también radica en lo que nos enseñan las personas de las que nos rodeamos. Por lo regular nuestros padres son los que nos deberían enseñar a confiar, primero en ellos y luego en un poder superior. Pero desafortunadamente eso nunca sucede. La mayoría de los hijos nos sentimos traicionados por nuestros padres a muy temprana edad. Hablando de confianza, la verdad es que la perdemos también a través de la vivencia de un evento muy trascendental en nuestra vida. Ósea cuando mas necesitamos de alguien  no está.

La mujer muchas veces confía en el hombre que ha elegido como pareja par toda su vida. Sin embargo, este la traiciona de una o de otra forma. Así que, si esa mujer solo conoce la traición y siempre se ha traicionado a ella misma pues jamás encontrará la verdadera confianza. Para la mujer una vez que pierda la confianza difícilmente la recuperara así cambie de pareja. Y he aquí el verdadero problema, la mujer tiene que aprender a confiar, confiar en su pareja y aunque la vuelvan a lastimar o traicionar debe volver a confiar, si ya no quieres confiar entonces aléjate, sepárate. Pero, si ya no puedes confiar en algún otro ser humano y mucho menos e n ti entonces solo te queda una opción, un poder superior. En el puedes confiar siempre y para todo. Como he dicho, él es el único que no juzga, no critica, no traiciona. Y cando la mujer confía en su poder superior, los demás seres humanos a su alrededor aprenden a confiar. Llámese esposo,  hijos,  padres, hermanos, amigos.

Como mujer puedo decirte que no hay mayor bendición y mejor acercamiento a la paz, que confiar. Dejar todo lo que no está en mis manos solucionar a un poder superior. Confiar en todo momento, sea bueno o malo, estés pasando por un proceso difícil, en la dicha o estés en el éxito o el fracaso. La verdadera confianza se pone a prueba en los momentos difíciles. Es en esos momentos donde la mayoría  de los seres humanos solemos maldecir y retar a Dios mismo. Sin embargo, en esos momentos es cuando más fuerte debe ser nuestra confianza en él. Y solo debes dejarte guiar, ‘el sabrá que tiene para ti después de esa tormenta.  Mujer aprende a confiar, ya no vivas a la defensiva con todo el mundo, esperando que alguien te traicione. Vive sin miedo a que te traicionen y si te traicionan aprende a perdonar. Y avanza no te detengas, no pierdas el tiempo.

 

¿Que buscas?

El señor, le hizo esta pregunta a un soldado romano incrédulo. El cual estaba cansado, asqueado de las muchas batallas que ya había presenciado, el olor a muerte estaba tan impregnado en el. Que sentía asco de sí mismo. En complicidad, tratando de entender, quien era Jesús, se acercó a él. Y en lugar de que el soldado romano hiciera las preguntas, solo se limitó a decir o afirmar que no sabía que decir o que preguntar. El señor solo le hizo una sencilla pregunta ¿Qué buscas? El soldado solo agacho la cabeza, mientras Jesús le daba opciones, paz, conformismo o un día sin muerte. El soldado volvió su rostro hacia Jesus. El soldado no supo o no pudo responder, tenia un nudo en la garganta y empezó a sollosar. El señor sabe que buscas algo siempre, y también sabe lo que necesitas.

La mujer siempre busca, siempre tiene un plan, ya sea para su bien o su propio mal. Entonces tu ¿que buscas?, paz, salud, amor, perdón, tranquilidad, consciencia, madurez, fe, cambiar, ser otra persona. Pues él tiene las respuestas, el señor sabe de ti más de lo que te imaginas. Deja de buscar.

¿Por qué es tan difícil?, ¿Por qué duele tanto?

Bueno, la razón de por qué es tan difícil, es simple, porque sigues aferrado a satisfacer tus deseos personales, buscas satisfacer lo que tu egocentrismo dicta y pide, tú sólo solapas. Estas tan acostumbrado, a mentir, manipular, chantajear, para obtener lo que quieres, que ya se volvió maña y no puedes dejar de hacerlo. Ahora necesitas algo que se llama fuerza de voluntad para dejar de hacer lo que haces y dejar de ser lo que eres, una mentirosa, una prostituta, una envidiosa, manipuladora, chantajista, alcohólica, perversa, masoquista, tacaña, etc.  ¿Por qué duele tanto?, pues porque el desapego duele, desapegarse a las emociones, a las personas, a los lugares, a las cosas duele. Pero déjame decirte que si se puede, aunque lo veas difícil, solo basta que te dejes guiar. Hazle caso a tu guía, y si no tienes uno y ya estás cansado de ser como eres y hacer lo que haces, solo aférrate a esa sensación de hastió, de hartazgo. Aférrate a la idea de que si es posible vivir sin complicaciones, si es posible vivir sin hacer daño, sin lastimar, y lastimarte, ósea, si es posible vivir de la manera correcta.

Es difícil renunciar a lo que ya se conoce, claro que sí,  es difícil renunciar a hacer las cosas de la manera fácil y rápida, claro que sí, es difícil aprender a esperar con paciencia, claro que sí. Por eso existe la práctica, tienes que practicar todos los días. Duele porque tu ego y tu mente se resisten al cambio, SE RESISTEN A IR ENCONTRA DE TUS DESEOS PERSONALES, mientras tu mente te dice que no es posible,  tu espíritu está pidiendo a gritos que lo liberes. Existe una lucha interna contigo mismo, entre tu ego y la razón. Es difícil deshacerse de tantos defectos, es difícil renunciar a ellos. Pero en lugar de levantarte todos los días tratando de mantener una mente positiva y hacer tus dichosos decretos, así como te dicen los motivadores. Mejor levántate con la idea y el propósito de someter tu ego, tus múltiples defectos. En lugar de decir hoy será un buen día, hoy si obtendré lo que quiero, mejor di hoy no voy a coquetear con mi jefe, con mis compañeros de trabajo, hoy no le voy a mentir a mi esposo, hoy no voy a chantajear a mis hijos. Hoy no voy a envidiar a mi vecina, a mi compañera a mi amiga. Hoy no hare berrinches, hoy no me vengare de nadie ni de nada. Eso sí es real a estar esperando a que hoy te vaya muy bien.

Duele porque sabes que tienes que dejarlo ir, que ya no es tuyo, ya no te pertenece, por eso duele, porque tienes que respetar, a esa persona y sus decisiones. Tienes que respetarte y respetar tus decisiones. Si ya decidiste someter un defecto así mantenlo, practica, la práctica hace al maestro. Te diré un secreto, si duele, estas por muy buen camino, pronto sanaras. Sigue así avanza. Por más que te duela y por más difícil que sea, llegara el día que someter el defecto, será una costumbre, un hábito y ya ni lo notaras. Esas ganas de alcoholizarte y de drogarte, de hacer berrinche de vengarte, ya ni siquiera pasaran por tu mente. Por ahí dicen que la mente  es muy poderosa, utilízala a tu conveniencia, no dejes que ella te use a ti.

 

 

 

Libre albedrío, la trampa de Dios.

«Lo que se llama libre albedrío no es más que el sentimiento de superioridad respecto de quien debe obedecer.» Nietzsche.

Muchos hablan sobre el libre albedrío, conocen la palabra, y piensan que el ser humano al tener libre albedrio puede comportarse, hacer y decidir, bajo sus propias reglas, ósea a su conveniencia. El ser humano cree que si Dios es bueno, y todo amor como las religiones lo pintan, obviamente perdonara tus faltas por muy malas que estas sean, y eso nadie lo discute, es real. El señor perdona la más grandes de la ofensas siempre y cuando exista un arrepentimiento real. Lo que no saben es que aun cuando se te perdone tienes que pagar un precio. Y he ahí donde Dios nos puso la trampa llamada libre albedrío. El señor dice: yo te pongo las reglas del juego llamado vida. Yo te muestro lo que es correcto de lo incorrecto, pero esta en ti decidir, si lo tomas o lo dejas. Y claro que te perdono, pero hay que pagar la factura de tus múltiples faltas. Sabes cómo me entenderías mejor. Como cunado en tu trabajo presentas el justificante para justificar una falta, justificas la falta pero aun así te descuentan, ándale algo así. Dios perdona, pero tú tendrás que pagar el precio correspondiente a las consecuencias de tus actos, arrepentido o no, consciente o no.

Pagar el presión no es más que esperar que las consecuencias de las múltiples decisiones que has tomado a lo largo de tu vida; aun justificadamente por tu propia mente que fue lo correcto, te alcancen en algún momento de tu vida. El ser humano tiene que aprender a hacerse consciente para evitar en lo mucho o en lo poco prolongar el tiempo y extender el precio de la factura. El ser humano tiene que aprender a hacerse responsable de las consecuencias de sus propios actos. Es asqueroso y vergonzoso cuando el ser humano se le hace una pregunta, una simple y sencilla pregunta y miente en su respuesta, es nefasto y deplorable ver como el ser humano se hunde y condena a sí mismo. Es tan fácil decir la verdad. El ser humano no fue creado para mentir, por eso cunado miente se nota, es su forma de hablar, las palabras que usa, el tono de voz, la mirada, los gestos, la respiración el encorvamiento del cuerpo etc. Y Curiosamente el ser humano cree que uno le cree, a mí no me afecta en lo más mínimo que el ser humano mienta. Quien se condena a sí mismo eres tú, yo solo hago las preguntas, tú eliges tus respuestas, yo te doy la opción de liberarte o condenarte, libre albedrío. Por eso me da risa cuando la gente ya sumida en las consecuencias y con la desesperación al tope, se mete a la iglesia se arrodilla, pide, implora, piedad, clemencia, ayuda y todavía si no ve resultados se atreve a decir que Dios no lo escucha, que Dios está enojado con él, que a Dios no le interesa lo que le pasa. No bueno, esa es la blasfemia más grande que suelo escuchar. Dios si escucha, pero no puede hacer por ti, lo que tú no hiciste por ti mismo desde un principio. Hacer las cosas de la manera correcta.

¿Y que es hacer las cosas de la manera correcta? te lo resumo en dos palabras: respetar y aceptar, no meterte con nadie más, con eso incluyo  envidiar, celar, manipular, chantajear, asesinar, mentir etc. No sé por qué si el ser humano es el único ser pensante, no razona, no   termina de entender,  que él es el único que se causa su propio mal, somos como los alacranes intentando picarnos con nuestra propia cola e inyectarnos el veneno, perdón por la alegoría pero quizá así si lo entiendas. Las mujeres en especial tienen mucho que aprender en cuestión del respeto y la aceptación, tienen que despertar, ya basta de nuestro comportamiento tan infantiloide al extremo. La mujer tiene que reeducarse en las cosas espirituales para que aprendan  a vivir bien, sin tener que pagar un precio, créeme cuando te digo que aun vieja y decrépita puedes seguir pagando el precio de tus actos. Créeme cuando te digo que esa enfermedad que tienes también es parte del proceso para terminar de pagar la factura. Pregúntate que tan grande fue tu daño, quizá las cosas se pongan peor.  Y créeme cuando te digo que el único que te puede ayudar, aunque no quieras y aunque no creas que esté interesado en ti es Dios. Pero no le pidas que te quite, que te dé, que te cure, mejor solo dile la verdad, tu única verdad, sin mentir, sin ocultar, sin evadir, sin alardear, sin maximizar. Dile a quien asesinaste, dile  a quien quieres matar, dile que tramas, que piensas de tu esposo. Esa es la mejor cura del alma. Qué bendición tener libre albedrio ¿no crees?.

 

Deja que arrulle tu corazón

 

¿Qué precio tiene vivir en paz?

¿Cuánto estas dispuesto a pagar por curarte de esa enfermedad que te provoca miedo?

¿Cuál es el precio a pagar por dormir tranquila?

¿Qué estás dispuesto a ofrecer por salvar tu matrimonio?

¿Cuál es tu ofrenda por que salven a tu hijo?

¿Qué estás dispuesto a dar para que te perdonen?

¿Que estas dispuesta a dar para que el dolor y el sufrimiento terminen?

¿Qué das a cambio de salvar tu vida?

¿Qué precio tiene el arrepentimiento?

¿Cuánto vale aprender a amar?

¿Cuánto está dispuesto a pagar para vivir sin miedo?

Si te dijera que todo lo que pensaste dar, ofrecer, intercambiar es la respuesta equivocada, no hay médico, psicólogo, riqueza, terapeuta, doctor, sacerdote, religión, medicina, antídoto que pueda salvarte de ti mismo. Solo Dios te puede salvar de ti mismo y sus honorarios son muy económicos. El solo pide honestidad de tu parte, que le digas la verdad sobre ti y tus intensiones albergadas en lo más profundo de tu corazón. Al final solo se quedara con tu lealtad. Déjate arrullar por él, así como cuando eras pequeño y tu mamá te cantaba para que te durmieras. Date la oportunidad de ser pequeño nuevamente y de creer, confiar, descansar. Déjale tu costal de piedras y problemas y avanza. El sabrá que hacer, pero haga lo que haga no te quejes, no reproches, no cuestiones solo acepta y camina.  Él sabe lo que  necesitas, no tú. Se paciente y mientras espera guarda silencio.

El rostro del amor

«Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera.»

Cada mujer tiene la imagen de su hombre perfecto en su cabeza, yo tengo la mía y es como la que aparece en la imagen. Cuando era pequeña mi abuela materna era extremadamente religiosa, y como vivía con ella aprendí el romanticismo de la religión católica. Mi abuela siempre me hablaba, de Jesús, sobre su bondad, su amor, su perdón,  así que me enamore de Jesús y yo quería casarme con él. Mi abuela me hablaba de las monjas y me contó que ellas eran las únicas que podían casarse con el señor así que yo estaba decidida a ser monja.  Sin embargo, con el paso del tiempo y dos eventos que pasaron en mi vida, bastaron para claudicar,  hicieron que me enojara con Dios y descarte esa posibilidad. Dichos recuerdos los había excluido de mi memoria, pero hace algunos años andando en la búsqueda de mi misma regresaron como por arte de magia y me ayudaron a comprender muchas cosas de mi vida y el berrinche que genere hacia él.

Actualmente no estoy casada, pero mi familia y conocidos se toman el atrevimiento de sugerirme que debo casarme. A lo que les respondo que yo ya estoy casada. Me case hace mucho tiempo cuando era niña y hace algunos años renové mis votos, yo estoy casada con Jesús. Sé que pensaran que estoy loca, pero no, no lo estoy, Estoy más consciente que nunca de mi misma y mi naturaleza humana. Esa forma de pensar es la que me ayuda a mantenerme a salvo de mi misma y mi maldad, me mantiene  a salvo de lastimar o dañar a otro ser humano. Sobre todo porque se cómo soy y conozco mis alcances, lo que puedo  llegar a hacerle a un ser humano que podría ser mi esposo. No necesito complicarme la vida, ni atarme más al mundo. O mejor dicho el mundo no necesita más maldad de mi parte, prefiero quedarme sola a volver a pagar el precio por destruir la vida de otro ser humano.

Mi familia dice que debo pensar en mi hijo, y yo respondo mi hijo está bien, si no tiene padre tiene mucha madre. Un hijo no es un pretexto para buscar destruir a otro ser humano, no se puede utilizar una vida para arrastrar con mi maldad a otra. Eso no quiere decir que no pueda amar, claro que no, estoy plenamente consciente de que amo y amo demasiado conscientemente. Hoy sé que amare eternamente al padre de mi hijo, así mismo sé que amare a Dios por sobre todas las cosas. Mi lealtad esta con ambos. El primero porque tiene todo mi agradecimiento y mi admiración, por el apoyo y la ayudo que recibí durante el proceso de  reconciliación con Dios.  Y el segundo porque es mi salvador, el único hombre que no juzgo mi condición de prostituta alcohólica. Y porque es el único hombre que no traiciona, no lastima, y porque perdono todos mis actos hechos cuando era un ser humano inconsciente. Es increíble pero curiosamente somos los seres humanos los únicos que sabemos hacer daño.

Hace algunos años conocí el rostro del amor, en el hombre que amaba y me enamore de ese rostro perfecto, más que nada por la mirada, nunca creí conocería a alguien que pudiera mirarme como lo hacía aquel hombre. Tenía una mirada que te lastimaba el alma, era tan pura, tan noble, tan piadosa, tan transparente que podías ver su alma. Era como si existiera algún tipo de comunicación entre nuestras miradas, esa mirada varias veces provoco un llanto de arrepentimiento en mí. Era como si me desnudara el alma y al mismo tiempo la limpiara, era como si con una sola mirada supiera lo que albergaba mi corazón y supiera lo que el necesitaba. Y si él tenía razón lo único que necesitaba era amor y dejarme amar por él. Uno podría considerarse indigno de recibir ese tipo de miradas; y tuve la fortuna de experimentarlas varias veces. El rostro del amor para mi ya muestra algunas arrugas y porta una vaga cicatriz que lo caracteriza, aunque no muchos ponen especial atención, es por eso que me la adjudique como de mi propiedad ya que era la única cosa que podría considerar mía. El no me pertenece, le pertenece a un ser supremo llamado Jesús. Tiene algunas pigmentaciones en la piel quizá por el envejecimiento, el paso de los años no pasan en vano, no pasan sin dejar rastro alguno. Y sigue manteniendo la misma dulzura en la mirada, a veces fuerte, a veces alegre, a veces retadora, pero siempre resaltando el amor por el ser humano. Con una sola mirada puede desenmascarar  al ser humano, puede lograra que le llague hasta el alma para sacarle la verdad. Esa táctica nunca falla.

El ser humano no tiene ni la más remota idea de lo que puede llegar a experimentar si lograra explotar o descubrir su espiritualidad al máximo. Las cosas que se pueden, ver, oler, tocar, sentir, vivir, a través de la espiritualidad. Tuve la oportunidad de experimentar, explotar o conocer mi espiritualidad en un grado el cual me basto para ser consciente de mi misma y saber de que realmente se trataba la vida. Esa experiencia me basto para saber que no quiero volver al mundo y mucho menos ser manchada por él. Así que digan lo que diga la gente, piense lo que piense la gente, yo sé que  bajo esta condición de madre soltera, no causo daño y los hombres están a salvo de mí. El amor que conocí fue suficiente para saber que puedo mantenerme en pie sola, porque soy extremadamente amada. Y no tengo miedo a sentir amor. Considero que el miedo más grande que la mujer tiene es ese, el sentirse amada y amar. Recalco no sé exactamente que tenemos, pero me gusta lo que tenemos y pido porque el señor siga extendiendo su manto sobre ambos por la eternidad.

«De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma.» Jesús de Nazareth

La verdad y el precio que hay que pagar.

Muchas personas le temen a la verdad, no sé por qué. Pero lo interesante es que no se  realmente a que  le temen, si a la verdad en si  o a su propia verdad. Hace muchos años vino a  la tierra un ser humano proclamando ser el hijo de Dios (que por cierto nadie le creyó) y este ser humano, dijo que la verdad nos hará libres, e insistía mucho sobre ese tema. Algo que me impacto es que en esa época muchos se cuestionaban sobre ¿cuál era la verdad? y ¿que era la verdad? Creo que nadie entendió lo que Jesús quería decir, ni en aquella época ni en esta. Cuando Jesús decía “la verdad te hará libre,” en verdad quería decir, quítate la máscara y dime quien eres realmente, así serás libre, libre de ti mismo. O me vas a decir que es grato convivir contigo todo el día, todos los días, en verdad es agradable ser tú todo el tiempo, dime si no te hubiera gustado ser alguien más. El ser humano se esconde todos los días, en sus múltiples defectos de carácter. Y todos los días hacen lo que ellos quieres, y consiguen lo que ellos quieren, como quieren, en la única manera que conoce, la corrupción, ósea consiguen las cosas de la manera incorrecta. La mujer consigue casi todo victimizándose, coqueteando, conmiserándose, mercadeando con el sexo, exhibiéndose, vendiéndose, ofreciéndose, etc. Y por más que lo niegue, la mujer sabe que es real. A la mujer le gusta conseguir las cosas de  la manera sencilla, fácil, sin esfuerzo. Y esa es la forma corrupta de actuar en la mujer, la mujer es astuta, inteligente, pero hasta para su propio mal.

Para vivir en paz o tranquila, tienes que reconocerte,  esa  es la verdad, la aceptación de lo que eres y no eres, de tus carencias, tus limites, tus pensamientos, tus emociones y todo lo que integra tu ser. Todo eso debe ser reconocido ante ti mismo, y si realmente eres un ser humano arto, cansado, sientes asco de ser tú mismo, entonces tienes una posibilidad de transformar tu vida. Renuncia a ser tú, y si claro que hay que pagar un precio. Que cómodo seria aceptarse, reconocer como se es, como se piensa, como se siente,  lo que se hace y a partir de ahí creer que ya nada pasa, nada paso y nada pasara. Pues no señores y señoras. En la vida se paga factura, de todo lo que se hace, se hizo y se hará. Sería conveniente que empezaras a redimirte hoy, una vez comente que nosotros el tiempo lo tenemos medido en años, para bien vivir pero Dios tiene una eternidad para obligarnos a entender, y pagar la factura. Y quizá así el sufrimiento o el dolor que venga con el pago de la factura no sea tan grave.  Recuerda que a mayor terquedad o resistencia por parte del ser humano las  lecciones serán mas grandes. Dios puede arrebatarte todo con tal de salvarte.  Mentir, abortar, humillar, burlarse, engañar, traicionar, ser infiel, asesinar, manipular, presumir, robar, chantajear, envidiar, odiar, tienen un precio y claro que aunque reconozcas, redimidas tu ser, forzosamente tienes que pagar el precio del daño que has ocasionado. Ese daño del cual te proclamas inocente, se que humanamente y por iniciativa propia jamás reconocerás tu culpa. Sin embargo, esa culpa aunque jamás la aceptes te carcomerá las entrañas, entre emociones y pensamientos que tu mismo generaras.

La mayoría de las veces el ser humano se indigna cuando le dicen la verdad, entiendo sus razones, a nadie le gusta escuchar la verdad, así que cuando la escucha de otro ser humano y  si le cuesta aceptarla porque su ego le impide ser humilde pues es más común que la verdad cause incomodidad. El ser humano suele resentirse con el ser humano que le dice la verdad, creo que en lugar de resentirse, debería gradecer que le digan la verdad. Ya deja de mentirte, no eres el ser humano extraordinario que finges ser, no eres ese ser humano exitoso y triunfador que pretendes ser. Eres un ser humano común y corriente, lleno de defectos, eres un ser humano inservible, inútil, insípido, corrupto, innecesario, indispensable, eres genérico e intercambiable, discapacitado mentalmente y emocionalmente. Solo acepta la verdad, esa verdad que te dijo Jesús, hace mucho tiempo que te hará libre. Deja de dañar a tus seres queridos, deja de dañarte a ti mismo, la indiferencia solo hace que el monstruo crezca cada día mas.

«Si no tienes religión yo te recomiendo una: la verdad» Gandhi

Perdonar sin recibir una disculpa

Lo que  ella aprendió.

Ella aprendió que tenía que hacer un recuento de todos los daños hechos a su persona directa o indirectamente.

Ella aprendió a desatar su pasado y liberar sus emociones

Ella aprendió a renunciar, aceptar y respetar, el amor, el adiós, la usencia y los reencuentros.

Ella aprendió que no tiene que esperar una disculpa para poder perdonar.

Ella aprendió que el perdón puede brindarte lo que ella misma buscaba y no conseguía.

Ella aprendió a perdonar para vivir

Te perdono por el olvido, ese olvido que se da entre nosotros cuando sales por la puerta. Te perdono por los pleitos, las discusiones interminables a donde no llegábamos a ningún acuerdo, tu buscando mi verdad yo buscándote a ti. Te perdono por los golpes, las heridas que surgieron en el camino, tu pelando por mi honestidad yo aferrándome a mi oscuridad. Te perdono por la indiferencia, por ignorar los comentarios, las sugerencias, las necesidades, el dolor, el amor. Te perdono por el abandono, por no estar cuando te necesitaba, por dejarme en libertad sin saber si podía volar. Te perdono por los comentarios, las verdades crueles, la verdad con amor. Te perdono por la rudeza en tus comentarios, tus palabras que herían como espadas. Te perdono por las promesas sin cumplir, y los proyectos a medias. Te perdono por el abandono, por hacerme a un lado cuando más necesitaba de ti y tu guía. Te perdono por los sueños y las ilusiones de seguir juntos hasta el final y que no se culminaron. Te perdono por compartir tu vida, dejarme conocerte y luego desaparecer. Te perdono por las decisiones sin consultarme. Te perdono por la ausencia de las mañanas, la soledad en las noches. Te perdono por todos los por qué en mi cabeza.

Te perdono por los descuidos, las caídas, por forzarme a hacer cosas que no estaba dispuesta a hacer. Te perdono por la indiferencia en la cama a la hora de dormir, cuando me dabas la espalda. Te perdono por exponerme a situaciones, vivencias que no quería experimentar. Te perdono por generar en mi envidia, coraje, resentimiento, odio, por no querer compartirte.  Te perdono por la frustración, el sufrimiento vivido por no poder tenerte. Te perdono por la mirada y el beso sincero que hicieron que me enamorara de ti. Te perdono por la burla, los chistes, que hicieron que riera contigo. Te perdono por dejarme compartir tu vida, tu espontaneidad, la convivencia y no tenerlos todos los días. Te perdono por lo que me ensañaste y lo que siempre me reúse a aprender, para tener más tiempo a tu lado. Te perdono por amarme así como solo tú sabes hacerlo. Te perdono por no haber obtenido lo que quería de ti por capricho. Te perdono por el sexo y la palabra justa a mis necesidades. Te perdono por amar así en silencio a distancia, sin prisa, sin ansia. Te perdono por lo que pudimos ser y no fuimos.

Perdóname por aferrarme a mi pasado, por complicar lo que era sencillo. Perdóname por celar, por envidiar, por querer arrebatar, por no respetar, lo que no era mío. Perdóname por no saber qué hacer con lo que sentía y dejarme llevar por mis emociones por inclinarme por lo único que conocía y sabía hacer.  Perdóname por amarte como te amo y no entender. Perdóname por no renunciar en tiempo y forma a mi soberbia a mi falso orgullo. Perdóname por hacerte el camino difícil, al complicar todas las cosas. Perdóname  por lastimar tu cuerpo, por las caminatas extensas cansadas y llenas de tu compañía. Perdóname por abusar de ti, de tu persona. Perdóname por llevar las cosas al extremo y no comprender cuál era el fin. Perdóname por lastimarte por sacar lo peor de ti. Perdóname por convertir nuestro encuentro en un infierno. Perdóname por maldecir a los tuyos, al pensar que estorbaban. Perdóname por insistir, por creer que aun en la distancia, existe la posibilidad de ser. Perdóname por creer que podemos ir contra la naturaleza.

Perdóname por exigir, lo que consideraba era mío y lo que me correspondía. Perdóname por pedir más de ti cada día. Perdóname por querer poseerte. Perdóname por los berrinches mal encausados. Perdóname por pedirte que esto sea posible a escondidas. Perdóname por darte un fruto de lo prohibido. Perdóname por nunca preguntar cómo te sientes, que piensas sobre ti, sobre nosotros. Perdóname por ignorar lo que realmente nos une y nos ata. Perdóname por sentir estas ansias de amarte y tenerte en las mañanas y a la hora de dormir. Perdóname por crear la necesidad de ti. Perdóname por amarte así, en silencio a distancia, sin prisa, sin ansia. Perdóname por ser lo que no debíamos ser.

Ella aprendió a perdonar para amar.

Desata el pasado, desata el silencio.

«Las cosas que no dices te atan al pasado, lo que callas te lastima, lo que no dices te ahoga, el silencio mata.» CPLB

Las mujeres apreciamos o detestamos nuestro pasado dependiendo de cómo lo valoricemos nosotras mismas de acuerdo  a nuestras vivencias. Difícilmente nos enseñan a soltar el pasado, y no tenerlo como retenerlo como si fuera un tesoro preciado por las cosas que se ocultamos en él. Es cierto que todos y todas tenemos un pasado, pero creo que llega cierta edad en la cual no se puede ocultar el pasado, o no se debería ocultar. En especial cuando se tiene una pareja y se piensa establecer una relación sólida, hablo del matrimonio. Como mujer consiente y madura debes hablar con tu pareja sobre tu pasado, debes ser honesta, pero sin lastimar. Debes contarle sobre tus relaciones anteriores claro que sí, pero no alardeando o presumiendo. Tienes que llegar a ser consiente de ti misma, para que la otra persona sea consiente de ti, sepa con quien vive, y a quien ama. Si al contar tu pasado sientes la mas mínima vergüenza por lo que ahí existe, felicidades creo que has madurado y existe un arrepentimiento en tu persona. Arrepentimiento que te mantendrá alejada de dicho pasado y te mantendrá segura para no cometer las mismas injusticias que ahí cometiste. Si eres del tipo de mujer que al ocultar su pasado tiene dobles intensiones en su vida, entonces no está dispuesta a reparar daños, mucho menos a transformar su vida.

La mujer solo debe recordar el pasado para recordar de donde salió y al lugar a donde no debe regresar.  Mirar a tras solo debe servir para darte impulso a seguir hacia a delante. Si en tu pasado existen heridas muy graves, tienes que curarlas a modo urgente, ya que ese tipo de heridas son las que te vuelves adicta al dolor, a la melancolía, a la añoranza, al recuerdo, al sufrimiento, ese tipos de heridas son las que no deben seguir acariciando, tocar una y otra vez la misma herida evita que sane. La herida no sana si la tocas a cada rato, todo el día, todo el tiempo. Es cierto que hay heridas que necesitan ayuda para sanar y otras en su mayoría solo dependen de ti. El sanar heridas emocionales solo depende de ti, sanar es una decisión. Todo está en que tengas el valor de salir de la auto conmiseración y esa zona de confort que has experimentado por tanto tiempo al provocarte dolor una y otra vez. Quitar las costras de las heridas no te beneficia en nada. Por el contrario solo te pierdes, te auto destruyes. Ten el valor y veras que tu vida no tiene que ser ese infierno que tú misma construiste y al que estas tan acostumbrada, con la única intención según tú de castigarte.

Cuando desates el nudo del pasado, veras que todo en ti incluso en la vida se torna diferente. La mujer no entiende, no comprende que para liberarse de sí misma, y sus demonios del pasado, del dolor, de sus enfermedades tiene que hablar sobre su pasado. Ahí está ubicada la clave para saber lo que reamente eres, y la razón de porque eres como eres. En el pasado hay que hacer un estudio minucioso y una vez que se ha encontrado el nudo correcto a desatar, solo se desata y todo o casi todo vuelve  a la normalidad. Hay mujeres sobre todo las que son egocéntricas que aun que muchas veces sus vida les parezcan malas, seguirán fingiendo que su vida es perfecta, porque el mundo les dice que por ser hermosas lo merecen todo. Pero las otras, todas aquellas mujeres que ya empiezan a pagar el precio de su pasado, a todas ellas solo puedo aconsejarles que dejen que su pasado las atrape. Ya no huyan de él, enfréntenlo, dejen que las revuelque, tengan el valor de hablar de su pasado, perdonar y perdonarse. No hay mejor antiséptico para las heridas que el perdón. Esa palabra que te cuesta tanto pronunciarla, ofrecerla o darla.

La mujer tiene que aprender a hablar, de su pasado sin burla, sin dolor, sin presumir. La mujer arrepentida tiene  muchas oportunidades para hacer de su pasado algo útil. La mujer arrepentida cambia cuando en verdad ha aprendido mucho o cunado ha sufrido lo suficiente. Entonces qué esperas, yo te hablo a ti la que se atormenta con su pasado por que no se perdona, porque está atrapada en el autoengaño del autocastigo. Ya termina con  ese proceso tan inútil y avanza. Te quedan muchas cosas por hacer, por compartir a otras mujeres y ayudarlas a salir de la oscuridad donde se encuentran. Tu vida o tu pasado tienen un propósito, ayudar, prevenir, a otras mujeres. Por más que te parezca imperdonable tu pasado o extremadamente complicado, dañado, créeme no eres la única que vivió cosas así. Muchas mujeres hemos experimentado cosas tenebrosas, tormentosas y no podíamos seguir estancadas a hi porque moriríamos, tuvimos que seguir. Para que no te quede la menor duda, te esta hablando un mujer que fue alcohólica y prostituta. Tu vida y tu pasado tienen valor si así lo quieres tú.

No te sientas especial por haber vivido lo que viviste bueno o malo. Nuestro pasado forja lo que podemos ser en nuestro presente ya sea bueno o malo. Tú decides, si prefieres seguir siendo víctima o una mujer valiente que se atrevió a salir a mostrar sus múltiples heridas y sanarlas. Cuando empiezas a hablar del pasado, sanas y cuando terminas a hablar de él te das cuenta que te encuentras a kilómetros de distancia de él, y cuando menos te lo imaginas percibes que cuando hablas de ese pasado ya no te toca.

“Ni siquiera todo el peso del pasado pudo con ella. Aun contra todo pronóstico siempre se levantaba y continuaba. Pero, no todo era malo. Tenía la firme esperanza de que los malos días no fueran tan malos del todo. Y no queda duda de que sin ellos, ella jamás seria la mujer que es hoy.” Edwin Vergara